Pocas alegrías guarda febrero, el mes más denso.
Parece que quisiera compensar su complejo de brevedad con el frío más severo, despidiendo el invierno con una traca final.
Transitar febrero es quemar las últimas naves, las últimas municiones de paciencia y esperar que se cumpla la promesa de un cercano abrazo del calor, de la restauración del color.
Mis últimas balas son:
- Ver el negro menos negro, y volver a creer en los matices de todo. Pintura.
- Mimosas y flores de almendro son las últimas flores del invierno, siempre espero verlas aparecer como una señal de la victoria final.
- Ganar minutos de luz día a día y si acompaña el sol, perseguir su rastro.
- Acaparar la poca energía que me queda y no perder el calor por vanidad.
- Reinventar una y otra vez la sopa como refugio. Esta sopa de fideos ramen consuela el frío más inhóspito.